martes, 24 de febrero de 2015

¿Por qué debes evitar el castigo?

Seguro que alguna vez has castigado a tu hijo/a por su mal comportamiento sin jugar, le has quitado algún privilegio que tuviera o le has mandado a su habitación. ¿No?

Bien, pues hoy quiero hablarte de por qué esa no es la primera opción para cambiar el comportamiento de tu hijo/a. Además de quedarte sin “recursos” con los que castigarle, él no va a cambiar.

¿Por qué crees que vuelve a hacer aquello por lo que le castigas?

A pesar de que se utilicen mucho porque son fáciles de poner y genera cierta tranquilidad, los castigos son menos efectivos a largo plazo que los refuerzos.

Es cierto que deja de hacer al momento lo que estaba haciendo, pero con el castigo no le estás dando ninguna herramienta para que sepa qué es lo que debe hacer entonces.

Con el castigo, solamente le estás diciendo a tu hijo “no hagas esto”, sin darle otra alternativa para comportarse que te guste y premiarle por ella.

Además, crea sentimientos negativos como la rabia o la frustración, aumenta la rebeldía y transmiten mensajes que minan la autoestima. Tú acabarás enfadándote y, en definitiva, empeorará vuestra relación y se creará un “mal rollo” en casa.

Tu hijo/a no va a cambiar a base de castigos, porque no sabe cómo tiene que cambiar, qué es lo que debe hacer y, en muchas ocasiones, qué es lo que debe cambiar.

Algunos niños, sobre todo a los que se les castiga continuamente, acaban perdiendo la razón por la cual han sido castigados, pues es cuestión de rutina y nada más.

Por todo esto, debes evitar utilizarlo.

Para esta semana, te propongo que le des la oportunidad de que conozca qué comportamiento no te gusta y cuál es el alternativo que te gustaría que hiciera (y si  lo hace, pidiéndoselo o de forma espontánea, prémiale por ello).

Cambia el castigo por conocer por qué no quiere hacer lo que le pides, analízalo (¿es por llamar la atención?, ¿es porque quiere algo ya mismo?, ¿es porque no le apetece?), e intenta llegar a una solución para que lo haga sin pasar por el castigo.

Pero si no queda otra, aplícalo siguiendo estos consejos:

  • Hazle saber ante qué comportamiento va a recibirlo y cuál será la consecuencia.
  • Dale dos oportunidades (si  no es un comportamiento agresivo o que implique peligro de algún tipo) y a la 3ª vez que lo haga, aplícalo sin ablandarte y levantar el castigo.

Cuéntame qué te ha parecido mi propuesta de esta semana, y si te ha funcionado. ¡Quiero escucharte!

Un abrazo fuerte,


Marta

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